Nuevos casos de leishmaniosis en el gato

La leishmaniosis felina

Se ha desmostrado la presencia prácticamente de leishmanias en todos los animales desde mamíferos a aves o reptiles. Desde 1912 se han reportado continuos casos en gatos y en otros felinos y ya se han detectado en todos los paises en los que el parásito es endémico ( sobre todo en la cuenca mediterránea).

Muchos autores además afirman que los felinos infectados pueden ser reservorios de cara al contagio a cánidos y humanos, pues el flebotomo es poco selectivo a la hora de alimentarse de sangre.

Según estudios en las diversas regiones españolas a base de técticas de PCR o por inmunocromatografía se han dado tasas positivas en gatos que varían entre un 1% al 40% de la población felina, siendo muy bajo el porcentaje de gatos que desarrollan la forma activa o la enfermedad con respecto a las tasas que se dan en la población canina.

La típica forma visceral ( renal, esplénico-hepática, ganglionar o anémica ) es muy rara en el gato, siendo la presencia del chancro de inoculación ( bien sea nódulo, úlcera o lesión costrosa en remisión) el hallazgo más frecuente en el gato prácticamente en cualquier localización cutánea, aunque más a nivel cefálico.

Algunos llevan asociados estados de letargia o anorexia así como lesiones leves o moderadas oculares como la queratitis por inmunocomplejos.

Las lesiones cutáneas se tratan por infiltración de antimoniales, siendo poco recomendables por su débil eficacia o por su toxicidad el alopurinol, la miltefosina o la amfotericina, paromomicina…Estando en estudios avanzados la utilidad de ciertos antibioticos quinolínicos en el control de la parasitemia.

Como ya hablaremos en otros artículos de todos los protocolos utilizados en la leishmaniosis canina, solo el glucantime se muestra como el más eficaz en el gato a dosis variables de de 5 a 20 mg/kg en una o dos dosis diarias de 7 a 15 días.