El término policromatófilo puede traducirse como “apetencia o afinidad por varias coloraciones”. Los hematíes policromatófilos son glóbulos rojos jóvenes (supuestos reticulocitos) que al microscopio y empleando tinciones hematológicas habituales de tipo Romanowsky (Diff-Quick, Giemsa, Wright…) se observan con una doble coloración. Son hematíes de color rojo, por la hemoglobina que contienen, pero con un tono azulado variable como consecuencia de la apetencia por colorantes básicos (generalmente azulados) que se unen a estructuras ácidas presentes en los hematíes jóvenes. Estas estructuras ácidas son principalmente los ribosomas residuales que contienen ácidos nucleicos (RNAr y RNAm) y que permanecen en los eritrocitos jóvenes no nucleados con el objetivo de finalizar la síntesis protéica. Por lo tanto, los eritrocitos policromatófilos son supuestos reticulocitos, aunque no se les puede designar como tales, ya que no se observa el típico retículo presente en éstos glóbulos rojos jóvenes cuando se emplean colorantes vitales como el azul brillante de cresilo. Durante la maduración de los hematíes y una vez se ha sintetizado el total de proteínas que va a necesitar el hematíe adulto para su supervivencia y función, estos ribosomas residuales se degradan junto al RNAr y RNAm, y los hematíes pierden el carácter policromatófilo.
La policromasía o policromatofilia es el término genérico designado para evaluar la concentración de policromatófilos presente en una muestra de sangre periférica. Generalmente, se expresa en 4 gradaciones desde 1+ a 4+ en relación a la concentración de policromatófilos en la preparación. Un frotis sanguíneo con policromasía 4+ es indicativa de una incremento marcado en la eritropoyesis, y si existe una situación de anemia en el paciente es un signo de anemia de tipo regenerativo.